Volvió marzo y volvieron las clases. Esta vez, sin actos de inauguración, sin las salas repletas y o las expresiones de alegría de los que se reencuentran con sus amigos y compañeros. 

Lo hemos dicho antes: la pandemia provocada por el Covid-19 cambió de golpe todos los aspectos de nuestra vida cotidiana. Incluso podríamos asegurar que una de las actividades más desafiadas por la crisis sanitaria fue precisamente la educación básica, media y universitaria. Fueron solo dos semanas de clases presenciales y, de ahí en adelante, el desafío de educar y recibir educación a distancia, para todos los actores involucrados.

Nos enfrentamos a un 2021 que no difiere en lo esencial de todo lo ocurrido el año anterior. Por eso, nos acercamos a diferentes actores para preguntarles aquellas lecciones que aprendimos de educación y de aprendizaje a distancia durante el complejo año 2020. ¿Qué rol tuvieron las tecnologías de información? ¿Están preparadas todas las partes para mantener este mecanismo? ¿Es viable un modelo de tele-educación en Chile?

 

La tecnología fue la primera barrera

El primer escollo que profesores, establecimientos y alumnos debieron sortear tuvo que ver con la tecnología. Sin embargo, el problema tecnológico fue multidimensional: No solo de ancho de banda vive el ser humano, sino que requiere de otros insumos y de una preparación al menos mínima para usarlos. 

El profesor Francisco Montero, titular en un liceo de Las Condes, considera que hubo dificultades tecnológicas importantes a nivel de colegios en materiales que permitieran a los profesores una producción audiovisual acorde al tamaño del desafío, además de un ancho de banda suficiente para efectuar las clases. “Esta falta de una plataforma no se refiere solo a Zoom”, ejemplifica el también profesor de Filosofía. Y agrega que se necesitaba “una solución de educación no solo para compartir la clase, sino también el material académico, recibir material de los alumnos e interactuar en cualquier momento”. 

Leandro Gómez, Gerente General de LEG Soluciones TIC, especialistas en soluciones de asistencia remota, cree que el desafío en Chile tiene que ver precisamente con infraestructura tecnológica. Aunque indica que nuestro país está tremendamente avanzado comparado con sus vecinos en esta materia, asegura que el gran reto “es que la conectividad llegue a todos los rincones del país y a los sectores más vulnerables, con iniciativas centradas en la colaboración”. 

Un docente de la Facultad de Derecho de la Universidad Adolfo Ibañez que prefirió no ser identificado, comentó que la casa de estudios ya contaba con infraestructura que facilitó la puesta en marcha de las clases a distancia y adquirió servicios para impartir clases remotas, pero que la alfabetización tecnológica presentó varios desafíos. “En base a mi experiencia, si había conocimiento previo respecto de herramientas de educación a distancia. No obstante, el conocimiento previo se diferenciaba según tramo etáreo: los profesores jóvenes tenían mayor familiaridad con dichas herramientas”, indicó. 

 

El cumplimiento de objetivos académicos

Respecto al cumplimiento de objetivos académicos, no hay una opinión unánime. El profesor de Derecho comenta que “en mi caso pude lograr gran parte de los objetivos planteados desde la perspectiva del profesor”. Sin embargo, Montero relativiza esta percepción entregando elementos que complementan el análisis.

“Los objetivos de aprendizaje fundamentales se logran, no así los totales. Dependiendo de las características del ramo se requieren interacciones que no se lograron concretar a través del uso de herramientas digitales” comentó el profesor de Filosofía del liceo de Las Condes. 

Otro elemento que dificultó el cumplimiento de esos objetivos fue el hecho de que el tiempo requerido era mayor que el tiempo que finalmente se dedicó. “Las clases en general duraban lo mismo que en la modalidad presencial, pero normalmente eran de menor extensión” afirmó.

Sin embargo, agregó un elemento positivo desde toda perspectiva: “Existió un aprendizaje mutuo, no solo de los aspectos tecnológicos de una educación a distancia, sino de los derivados del uso de la tecnología como son la exposición y contraste de ideas, realización de presentaciones y otros”.

 

El desafío para docentes y alumnos

Si bien la tecnología jugó un papel relevante, no fue el único aspecto del que descubrimos espacios de mejora. 

De acuerdo a la experiencia de Luz María González, Gerenta General de eClass, “hoy existe un déficit de docentes capacitados para diseñar e impartir educación a distancia. También en cuanto a nuevas necesidades socioemocionales de los estudiantes, sobre todo si es que se está enseñando a distancia” indicó. Y aunque a primera vista parece un análisis oscuro, afirma que “durante el 2020 muchos educadores se subieron a este carro y otros empezaron a entenderlo, lo que presagia que durante este año (2021) ya tendremos un gran terreno ganado”.  

Francisco Montero comentó que, más allá de la tecnología, las mayores dificultades tuvieron que ver con la forma en que vemos la educación y la capacidad de involucrarse de los alumnos. “Noté una falta de autonomía en los estudiantes”, comentó el docente, quien indicó que esto era claramente apreciable en la falta de participación de los alumnos o en su ausencia de las clases . “La forma de estudiar cambió, la dependencia del profesor no fue la misma, la dependencia de los padres no siempre resultó en apoyo” dijo y agregó que a los educandos les faltó una mentalidad centrada en la autogestión. “Una actitud de ‘Yo soy quien debe dedicarse, buscar, investigar, aprender’”, fue el ejemplo utilizado.

En opinión del docente de la U. Adolfo Ibañez, hubo diferencias notorias entre los alumnos ya iniciados en la vida universitaria con los que recién se adentraban a la educación superior. “Los estudiantes nuevos se adaptaron a la modalidad online con mayor dificultad debido al desconocimiento de la dinámica universitaria y probablemente a no tener interacción previa tanto con los profesores como con sus compañeros”. 

Montero cree que se hace necesario un cambio de enfoque en la educación que, hasta ahora, ha estado centrada en el docente como aquel que expone, dirige y define. Desde su perspectiva, la educación remota, la menor presencia del profesor también provocó impacto en los alumnos. 

 

¿Es viable la educación a distancia en el Chile de hoy?

En este punto, la conclusión es unánime. Luz María González dijo a GlobalConexus que es absolutamente viable, de acuerdo a una experiencia de 17 años trabajando en la enseñanza a distancia. 

“Creemos que el año 2020 nos enfrentó, sin duda alguna, a una realidad que antes veíamos con mucha lejanía, como es el desarrollo del trabajo y estudio desde la casa o desde cualquier lugar que internet nos permita y que este año que pasó fue el puntapié inicial y la demostración de que sí se puede”, dijo González.

El Gerente General de LEG Soluciones TIC va un poco más allá. A su juicio, el modelo de educación a distancia en Chile se venía postergando por temas administrativos y culturales. “Pero la pandemia nos demostró a todos que esta modalidad llegó para quedarse, lo que por supuesto es 100% viable que este modelo triunfe en Chile”.

Francisco Montero está de acuerdo con la viabilidad de la educación remota en nuestro país y afirma que “la tecnología puede posibilitar un cambio en los modos de interacción y por lo mismo puede abrir espacios a nuevas formas de ejecutar el proceso de educación”. Afirma que la educación a distancia desafía el actual modelo centrado en el profesor y que puede ser cambiado por uno donde el alumno es capaz de tomar una infinidad de fuentes de información “donde los docentes aportan sus perspectivas y promueven en los alumnos lo mismo, provocando una corrección que rompe los límites de los “ramos” y de la “autoridad” del docente”.

La Gerente General de eClass afirma que “el 2020 nos mostró que los sistemas convencionales de enseñanza y los virtuales están obligados a entenderse y a trabajar en conjunto para transformar la educación” y que el 2021 debe ser el año para poner en práctica todo lo aprendido”. Concluyó que sería “altamente deseable que logremos buenos sistemas híbridos, donde sigamos aprovechando algunas  ventajas de la enseñanza presencial sin perder la eficiencia y alcance que nos permite la modalidad online”.

 

Fotografía por Mohammad Shahhosseini en Unsplash